jueves, 12 de abril de 2012

VACANA 431/ de Allama Prabhu



Fuera de los límites de la ciudad,

un templo.

En el templo, mira

una ermitaña.



En la mano de la mujer

una aguja,

en la punta de la aguja

los catorce mundos.



Oh Señor de las Cuevas,

vi a una hormiga

que devoraba todo,

mujer, aguja,

los catorce mundos.



Vacana es un poema lírico-religioso estructurado en verso en lengua kannada, hablada en el estado de Mysore, India, y cuyo periodo de más significativo fue entre los siglos X y XII. Sus cuatro representantes más importantes fueron Dasimayya, Basavanna, Mahadeviyyakka y Allama Prabhu. Éste último tiene una tradicion literaria que lo podría emparentar con el mítico poeta Orfeo. Es uno de mi poemas favoritos por su ritmo vertiginoso y sus alucinantes imágenes, por eso lo pego aquí.

sábado, 7 de abril de 2012

TRES POEMAS CON EL TÍTULO EN EL PRIMER VERSO



Nadie pide comienzos.

Nadie me dice una mentira para reflejarme en ella.

A diario existen verdades entorpeciendo mi flujo anímico,

puertas en mi  de mi  color  sangre

ira hacia mi  tal mi  cuerpo  odia

que no completa este desdén

en mi somnolencia apabullante

en mi concentrada irrelevancia

herida tras de si en la corrupción del día.


.........


Fugas de perros negros

electrizan la noche


Sus pelambres erizadas

ensartan sueños fragmentados


Caudalosas horas pasan

entre sus patas

con la velocidad de botellas

o periódicos descoloridos


Sentado afuera 

solo me ven

con sus ojos fantasmales

........

No te podría creer que amas.

Serías un ahogado reflejo de ti.


En mis huesos hubo gente

que enroscó su luz

para volar como luciernagas residuales

hasta llegar al océano.


A veces perdido, pienso que el amor

es una conquista que alguien más pide

y exige propia.


Así que no te creas que me amas,

te lo dice tu espejo.



viernes, 6 de abril de 2012

FUNERAL CON CERDO BAILARÍN

06.12.2011


Tuve un sueño muy extraño, como los que suelo tener.

Primero me encontraba con Sabo Romo y Saúl Hernandez de Caifanes. Ambos tenían el aspecto de como eran en los ochentas. Platicaba con ellos en un cuarto de hotel con paredes blancas. Les decía lo mucho que los admiraba, pero mi rostro era de otra persona que había ganado una promoción y que tocaba en una banda llamada Duarte. Se me olvidaba mencionar que los tres conversabamos acostados en unas enormes camas blancas que había en la habitación.

Después alguien revisaba mi trasero con un pantalón de mezclilla claro, y descubría que estaba sucio de tantos pedos que me había echado.

Enseguida, asistía junto a Saúl Hernandez de nuevo al funeral de mi abuela (ella lleva más de diez años de fallecida). En lo que recuerdo que era la cocina estaba colocado el féretro, y a un lado, la mayor de mis tías. Con ella me abracé y lloré desconsoladamente. De pronto, Saúl salía de la casa a fumar a un terreno baldío donde había un corral y prometió regresar. No lo volvería a ver.

Por último, y como si fuera un programa de videos, observaba una secuencia en donde sonaba una canción con la voz de Adrián Dárgelos de Babasónicos, y en la que bailaba la caricatura de un cerdo del tamaño de un niño de diez años, vestido con un top morado, zapatos de tacón y caminando en dos patas. Parecía hecho en computadora, y cargaba al lado de su cabeza una grabadora enorme con cassetera. Lo último que recuerdo es haber visto a Dárgelos hacer los mismos movimientos que efectuaba el cerdo delante de él, como si lo estuviera controlando.

Desperté y eran las 5:27 A.M. en el reloj de mi celular.





miércoles, 4 de abril de 2012

ANTE EL MIEDO/ de Natalia Luna

I
Ante el miedo
abrir los ojos
morder, tirar el golpe
embestir a ese monstruo  que hace tiempo salió del closet.


II
ante el miedo
huir
correr en dirección contraria al paraíso
entrar gritando en el terreno hostil que nos aguarda
y cuando las manos broten del suelo
y arácnidas nos capturen los tobillos
gritar
llorar si es necesario


III
No existía el miedo.
Es el mejor invento de los organismos.
A quien temo no es a ti
sino a mí mismo.
Pero vivo aquí.
Me conozco.
Por eso.
Por eso todo.



Éste es el poema que más me gusta de Natalia Luna (Monterrey, 1989) en su poemario Agorafobia (Verso Vlanco, colección poesía UANL, 2009). Hace mucho que lo quería pegar aquí.

martes, 3 de abril de 2012

DESCARTE



No revela más el eco albergado

en el oído, sino la grieta confusa,

abismo de vocaciones y enmiendas,

senda de cuestionamientos y miedos.



Ningún artilugio es suficiente.

Cada proeza intempestiva

sucede con la irrefrenable inquietud

rondándome con su cauce sombrío,

acaso sin aludir al rezago.



No soy más que un mal dibujo

de mi ser verdadero disfrazado,

en un tiempo disperso de voluntad

sin auxilio de mi errático existir.



Nunca se apiadan del ínfimo destello

que así deja a esta mente desnuda.

Suficiente recompensa es urdir

entre cortes mellados un motivo:

sobrellevar este íntimo tormento.




domingo, 1 de abril de 2012

CASUALIDADES Y ANTÍDOTOS

04.12.2011

5:30 A.M.

Alucinante madrugada de domingo. Acudo como todos los días a embrutecerme de realidad. Esta tarde cuando regrese a casa veré una película llamada Un Profeta, y si no la está viendo mi hermano, también The Social Network de David Fincher. ¡Qué curioso!, anoche ví en Saturday Night Live la repetición de un programa donde estaba el protagonista de ésa cinta junto al auténtico creador de Facebook, Mark Zukerberg. ¿Estaré obligado a ver dicha historia únicamente por esa casualidad?

9:20 P.M.

Ayer que fuí al trabajo resolví mi pleito con el engendro con el que me hice de palabras hace unos días.

Nos acomodaron en la misma máquina. Ella juntando cartón, y yo pintando. La verdad estaba haciendo el jale casi totalmente, salvo la barrida. Ésta señora agarraba la escoba con desgano y hacía lo que podía. Eso me hizo reventar, y le reclame a la operadora. Se quiso hacer a un lado, pero no pudo evitar escucharme. No me imaginaba a donde iría a parar todo eso.

En algún momento de los que ocupé para llevar y traer a descargar el desperdicio de cartón, observé como la infeliz señora de mierda platicaba con el supervisor chilango al que le agrada mandarme hacer pacas con Don José. Ya casi para terminar mi media hora de comida, fue precisamente éste chilango pendejo el que me abordó. Intentando ser conciliador de forma imbécil, me dijo que no le reclamara nada a la operadora, que ella sabía lo que me mandaba hacer. Me recordó que mi puesto era ayudante general. Yo le contesté varias veces que no estaba haciendo ver sino lo justo en cuanto a cómo se repartía el trabajo en la máquina. Salió a relucir otra vez mi inconformidad con ir a la compactadora, y le repetí que lo veía como un castigo por ciertas cosas que le había oído decirme hacía un par de días. Su respuesta nuevamente fue que si me ponía en ése puesto era para dar apoyo. En fin, creo que fue la plática más incómoda, inservible e injusta que tuve con cualquiera de cuantos jefes haya tenido.

Todavía no podía digerir aquella funesta conversación, cuando habiendo pasado un rato más pintando material, el pedazo de estiércol que me montó al supevisor me comenzó a hablar de la nada. Me confundí. Sabía que ella tenía un humor volátil por tanta azúcar que llevaba en su sangre, pero el cambio me pareció muy drástico.
Entonces, ¿está o no enojada conmigo?-le pregunté muy serio.
Me enojó que no me quiso vaciar el carrito-me contestó doña imbécil, con su voz de pito.
Así me dijo Don José que le hiciera-agregué
Pero ése señor no es nadie-dijo el pedazo de caca andante, muy segura.
Pero si ústed tampoco es nadie-pensé, sin decir nada.
Además, yo se lo pedí por favor-
Fue ahí cuando la miré a los ojos y le dije:
Señora, no me importa lo que diga, a mí nunca me ha pedido nada por favor-
Pero es que ústed dijo que Don José le había dicho que no lo hiciera-
Si me hubiera dicho por favor cuando me pidió vaciar el cartón, lo hubiera hecho, no me habría importado-
A ésa humana asquerosa no le quedó más remedio que callarse unos segundos.
Entonces,¿sigue enojada?-le volví a preguntar.
Sin mirarme, meneó la cabeza diciendo que no.

Lo tomé como un triunfo, pero no me envanecí. A pesar de su manipulación, mentiras y demás, le hice plática a ése barril de grasa color excremento. Ya para terminar el turno, ella misma fue y vació el cartón. Ahora pienso que hizo eso por verguenza de reconocer frente de mí que hizo mal. Aunque finalmente descubrí que en realidad fue ella la que le chismeó al supervisor sobre mí, no me importó. Lo mejor fue restregarle la verdad en la cara a ésa perra fastidiosa.